sábado, 31 de marzo de 2007

Metástasis




Esta mañana paseaba y me sentía bien. Cada vez que un rayo de sol asomaba e iba resquebrajando el cielo gris plomizo de invierno me daba cuenta de que falta poco para que se rinda del todo.

Regresar a una de las ciudades que ya no son mías hace que tenga presente lo que ha cambiado mi vida desde que marché. Es como poner los pies en el suelo, y darme cuenta de que la realidad es maravillosa. Me hace sentir fuerte. Últimamente vivo latente en un equilibrio que no conocía, balanceándome en él, dejándome acunar. Mi trabajo, mi casa, mi status, mis amigos, mi ir y venir, el color de la gran ciudad, mis horarios, mi vida en general, me gusta.

Hace poco alguien me contó que la felicidad no era ninguna de las idioteces que persiguen la mayoría de los seres humanos, que la felicidad no se puede parcelar ni dividir y decir "soy absolutamente feliz", porque ser "un poco feliz" ya te convierte en una persona feliz, es decir, o eres feliz, o no lo eres. En este preciso instante yo lo soy.

-Rae?- una voz me hizo bajar la mirada del cielo. Era una cara conocida aunque antigua, un hombre con quien alguna vez compartí parte de mi tiempo, mis intereses, y mi cama, un hombre en el que no pensaba jamás, solo por la desidia y la pereza que me producía hacerlo. Comenzó a pronunciar una retahíla de frases manidas, empezando por el clásico "Cuánto tiempo sin verte".
-Pues si, mucho tiempo, Ret.- (afortunadamente) pienso, pero desde luego no lo digo, tengo que ser una auténtica hipócrita, porque una vez me quiso. Y yo lo deje porque me agobiaba su presencia en mis días, extendía sus tentáculos a mi alrededor dejando un rastro viscoso a su paso, como el hilo plateado que dejan los caracoles o las babosas.

Justo ahora. Que ganas sentí de que la tierra se abriera en dos y se tragara todas las cosas que odio de mi vida anterior, incluido a este individuo gris, aburrido, sin pretensiones que aun me miraba con ojos de cordero degollado.

Me di cuenta que hubo un punto en mi vida en aquella ciudad en el cual empecé a pensar en mí y en las cosas que me hacían feliz. Es inevitable que al romper con tu vida y comenzar en otra, totalmente distinta, dejes atrás personas, lugares y recuerdos. Pero Ret, los lugares que habíamos compartido, este recuerdo... eran olvido. Ni siquiera eran fotos viejas, eran fotos hechas trizas, destruidas, trituradas, quemadas y después olvidadas.

El parecía contento y algo nervioso. Mientras seguía enumerando de forma inconexa todas las frases típicas y tópicas que se le fueron ocurriendo, sentí cómo el mero hecho de tenerlo delante me repugnaba, me recordaba demasiado que hubo un tiempo en el que yo era desdichada y no hacía nada por evitarlo. No quería dejar de tener la sensación de hacia un rato, pero su cara seguía ahí delante hablando, explicándome cosas que no me importaban en absoluto.Yo miraba la forma en que su boca se abría y cerraba, de un modo grotesco, ridículo.
-Sabes? -me dice- estoy seguro de que si no te hubieras marchado seguiríamos juntos, incluso puede que tuviéramos algún crío.
"No me conoce en absoluto, nunca lo ha hecho" pensé entonces. De verdad pensaba que le había dejado porque debía marchar. Aun no se había dado cuenta de que comenzó a repugnarme la sola idea de estar cerca de él, y que todo esto fue precisamente una de las mil y una razones que elegí para justificar mi huida... y respecto a tener hijos... mi cinismo me hubiera convertido en algo parecido a esos animales que se comen a sus propias crías, un hijo mio y de Ret era una idea surrealista, nunca habría llegado a nacer.
-La verdad, no creo que estuviéramos juntos, Ret. (Tu nombre y el mio son demasiado diferentes. Mi vida, ha tomado un cariz que yo quería, necesitaba que tomase, y se que en esta ciudad, a tu lado, no hubiera conseguido. Seguir contigo, y parir tus hijos me hubiera convertido en un ser inerte, igual a todo el mundo que da vueltas sin ir a ninguna parte. Siempre lo supe y por eso te deje.
Pensé todas estas cosas, y no le dije ninguna de ellas, no quería herirlo.
-Bueno, yo quiero pensar que todo habría ido bien, yo hubiera sido muy feliz teniéndote-. Tenerme, como una muñeca, como algo que había conseguido por si mismo. Demostrar que, aun siendo un hombre a medias, que no hubiera conseguido ser feliz ni hacer feliz a nadie, tenia a alguien a quien poder arrastrar en el camino a la autodestrucción. Tener a alguien para demostrarle al mundo que no estaba solo.

Empiezo a sentir impaciencia, ansiedad, ganas de salir corriendo de allí. Me asusta pensar en lo que habría sido mi vida si no hubiese sido lo suficientemente inteligente como para darme cuenta a tiempo y salir huyendo. "Hoy mismo, podría estar muerta por dentro", y el parecía empeñado en hacerme imaginar esa vida, mi vida a su lado.
-Es tarde, Ret, tengo que dejarte.
-Si, yo también, he de ir a buscar a Jilli al trabajo, si no, llegare tarde para ver el partido.
Jilli, un nombre tan vulgar... una vida tan vulgar...
Me apuntó su número en un papel y dijo: -Sé que no es fácil que dos personas que viven tan lejos y coinciden tan poco en la misma ciudad se encuentren por la calle, y bueno, quizás nunca vuelva a verte si no te dejo mi número para que puedas localizarme. La próxima vez que vengas puedas llamarme para que sea un poco mas intencionado. Cuantos días vas a quedarte? Además, aunque estemos lejos, podrías llamarme de vez en cuando, podríamos charlar y...-. Dijo todo esto casi sin respirar, como si le hubiera costado mucho decirlo pero estuviera deseando que yo lo supiera, todo junto, de golpe.
-Adios Ret, cuidate.
-Adios Rae, no olvides llamarme.

Caminé. No quise mirar atrás. Seguro que el estaba mirando atrás en ese momento. Cuento diez pasos. Escuché el pulso dentro de mí. El corazón se me había quedado helado, se me salía del pecho. Tenía pánico. Sentí autentico miedo, miedo por ver cara a cara lo que habría sido mi vida si no hubiese sido valiente. Sentí como si aquella vida anterior fuera un cancer, y Ret una de sus pinzas que se aproximaba hacia mi vida actual intentando extenderse, metastatizar. 8, 9, 10... Me doy la vuelta, no mira, ha doblado la esquina, se ha marchado por fin. Si nunca lo llamo, nunca volveré a verlo, de eso estoy segura.

Saqué el papel con su número, lo hice pedazos, trozos diminutos de papel ilegible, y dejé que el viento se los llevase por encima del tráfico.

jueves, 29 de marzo de 2007

El silencio a bocados


Hace rato que estás y no estás. Y yo me quedo aquí, echándote de menos mientras estoy a tu lado. Me bebo el tiempo que pasa, a sorbos lentos y cortos, y devoro en grandes bocados cada palabra que tú no pronuncias.
El silencio es lo mejor que puede pasar entre dos personas. El silencio cómodo, acordado de un modo tácito. Pero a menudo la ausencia de palabras puede hacer que el otro se desvanezca. Si tu boca se calla, se convierte en un agujero negro que se traga toda tu existencia. Seguramente tú sigues vivo, de carne y hueso, en alguna parte, pero yo sólo puedo recordar vagamente que un día hubo alguien parecido a ti.
A veces sólo callando se puede expresar el grito desesperado de alguien que pide ayuda, que necesita por todos los medios que alguien le salve de sí mismo. A veces uno no encuentra otro modo de expresar su miedo, si no es a través de su ira. Es mezquino y absurdo, pero no por ello menos sublime.
Espero poder callar estando a tu lado, sin que te desvanezcas, sin que tu presencia se rompa en miles de pequeñas partículas, como el cristal cuando estalla. Poder tumbarme a tu lado, mirarte y callar… y condensar en una sola fotografía mental todo tu ser, toda tu existencia, para poder tener la certeza de que estás, aunque no estés.
Y el mundo puede empezar a derrumbarse ahí fuera, los edificios a caerse, el sol a apagarse, y a ti y a mi, nos dará igual.

lunes, 26 de marzo de 2007

Cámara oscura

No recuerdo a Noon antes de ese día. Ni recuerdo casi las diapositivas que pasaban a la hora de la siesta. Las persianas estaban bajadas y no entraba luz de la calle, salvo por una o dos rendijas que quedaron entreabiertas, y el parpadeo de las imágenes que iban y venían, como un pulso. Yo intentaba mantener la concentración, (más por aburrimiento que por interés), y dibujaba a aquel muñeco parlante que hablaba sin cesar sobre los sistemas de explotación agraria de rusia o sobre la reproducción de la foca monje, convirtiéndolo en un pelele con la boca amordazada, las manos atadas y el proyector de diapositivas apuntando directamente a su cara de ente atormentado. Era la suerte que debería correr por intentar atar mi mente a algo tan inservible.
Mire a la persiana, a sus pequeños huecos abiertos, a la luz que entraba por esos huecos formando un rayo perfecto que se lanzaba en linea recta hacia el techo. Mi frente se arrugo, y miré con mas atención a esa luz proyectada sobre mi cabeza. Había figuras, personas, corriendo, moviéndose por el techo del aula. Afuera había algunos chicos, jugando al baloncesto, y su reflejo se proyectaba en el techo. Pero... como era eso posible?
Sonreí pensando en todas las cosas que yo desconocía y en la desazón que eso producía en mi.
Recordé el mito de la caverna y sentí como si estuviera atada a esa silla, mi mirada atada a las imágenes reflejadas en el techo, y la vida ahí fuera...
Entonces recorrí con la vista las caras del resto, caras de gente que no tenia nada que ver conmigo, que apenas conocía. Nadie se había dado cuenta de mi descubrimiento, salvo un chico sentado al otro lado de la clase, que me miraba como si me hubiese reconocido, como si me conociese de otra parte. Miró arriba un segundo y luego volvió a mirarme. Sonrió con media sonrisa llena de lo que parecía burla. Luego cogió un rotulador y comenzó a escribir en una libreta. Volví a mirar arriba mientras él escribía. Siempre me había costado mezclarme de cualquier modo con alguien con quien nunca había hablado. Se me alteraba el pulso, me daba vergüenza. Pero estaba a punto de descifrar un misterio, o eso creía, y valía la pena ver a donde llevaba todo esto.
Cuando volví a mirarlo él levantó su libreta... Había escrito:"de veras vas a pensar en ello?".
Sentí que mi cara se convertía en fuego, y desde ese momento no levante la vista de las diapositivas de la pared y del muñeco charlatán que las explicaba con su monótona voz.
Al encenderse las luces, recogí lo mas ágilmente que pude y salí del aula. Pasé cerca del chico de la libreta, no lo miré, esperando que el ni me mirara, pero me paro un momento, y me dijo... quizás yo también piense en ello. Yo me aparté sin decirle nada, me resultaba un tanto intimidante. Así que él gritó a mis espaldas... "me llamo Noon!.... Lo pensaré".
Y mentiría si dijera que no pensé en aquella hora de diapositivas y de notas con letras de rotulador grandes escritas en libretas, más por el tal Noon, pero también en aquel rayo de luz que no había llegado a entender. No sentía que el fuera un desconocido, de alguna manera habíamos establecido un canal de comunicación.
A la mañana siguiente volví a clase... sobre mi mesa había una caja negra. Era una cámara oscura casera. Entonces lo entendí todo. Noon me lo había explicado haciendo una cámara oscura. De este modo supe que Noon había pensado en aquello, y de paso, que había pensado en mi.
De eso hace ya mucho tiempo... Pero sigo viendo los ojos de Noon y su rotulador negro.

martes, 20 de marzo de 2007

La carta suicida de Noon.


"...y tengo la sensación de que a mi alrededor sólo consigo ver caras familiares, caras desgastadas, lugares desgastados. Igual que si tuviese delante una fotografía antigua y no pudiese apartarla de mi vista. Puedo ver a mi madre diciendo "cierra esas tijeras,dan mala suerte". Siempre que las dejo abiertas, pienso que no necesito suerte, que la suerte simplemente no existe."
"Despierta temprano y, siempre bajo la brillante luz del sol que sale comienza tu carrera de cada día... para no ir a ninguna parte. Los cristales de mis gafas se van llenando de lágrimas, mientras camino, sin energía, sin color. Y ni siquiera tengo un motivo por el que llorar. Escondo mi cara entre mis manos para intentar ahogar mi dolor, cogerlo por el cuello y apretar hasta perder la cordura...
no existe el mañana."
"Recuerdo cuando era un enano, cuando esperaba que llegase el día de mi cumpleaños, y sentía la alegría que cualquier niño debería sentir siempre. Puedo volver a mi primera mañana de colegio y notar, atenazándome, las lágrimas que querían salir, pero se quedaban en la garganta, en un nudo trabado por todos los miedos del mundo. Con el tiempo supe que todas las lágrimas que no derramas vuelven una mañana en que caminas por la calle y salen sin pedir permiso a nadie.
Ahora solo puedo decir... Buenos días profesor: que lección tengo que aprender? Pero antes mire a través de mí y dígame,
que es eso tan jodidamente importante que tengo que aprender?"
"Encuentro una diversión morbosa en ello, también un dolor morboso. Esos sueños en los que me estoy muriendo... Encuentro duro el hecho de decírtelo, encuentro que es duro escucharlo. Tú, quien siempre escucha.
Cuando a mi alrededor sólo puedo ver gente corriendo en círculos, no puedo evitar pensar que el mundo de veras esta enfermando, que de veras se esta volviendo... loco."
"Y a veces me despierto, y caigo en la cuenta de que en medio de toda locura, estas tú. Estamos tu y yo, girando también, pero en el sentido contrario en el que gira el resto del genero humano, solos pero juntos. Y entonces se que nunca morirás, que nunca moriré, y que si morimos, da igual. Aunque dejásemos de existir nadie podrá quitarme de la cabeza este lunático, claustrofóbico y delirante.... alivio. De saber que existe alguien en alguna parte del mundo, que sabe exactamente qué coño hay dentro de mi cabeza y no necesita intentar comprenderlo.
Tu mañana y mi mañana no existen, pero gracias a no existir,
tu y yo existiremos siempre."

jueves, 15 de marzo de 2007

My sweet hopeless dream...

... y entonces llegó el momento de abandonar el edificio, de dejar la casa que fue mi hogar durante tantos años. Buscar nuevos sueños en otro lado no parecía una mala idea, dado que los que había traído conmigo al llegar se fueron convirtiendo, poco a poco, en arena que se caía por el agujero en mi bolsillo; al principio, fueron la razón en torno a la cual giraba mi existencia, luego simplemente desaparecieron.
Nadie iba a echarme de menos o quizás sí.. seguro que sí, pero preferí pensar que todo iba a ir bien, que todo el aire que me había rodeado no lloraría mi ausencia.

...entonces llegó el momento de abrir los ojos y despertar, y mirar alrededor, a todas las cosas que habían sido mías, tanto tiempo, antes de imaginar las que serían mis cosas, en el futuro.
" Qué lamentable! Solía ser un niña tan adorable..."

... tus ojos de isla. Rodeados de mar por todas partes.

Ahora todo el tiempo que existe está quieto, en mis manos. Todos los caminos del mundo estan ahí, bajo mis pies, preparados para ser recorridos.
Escucho mi latido, agitado, expectante, lo escucho tanto que acabo por formar parte de él, convirtiéndome en un sonido ritmico, constante. Siento que estoy más viva que nunca.
"Encontrarás una ciudad donde podrás esconderte de todo el amor que sientes y que te ata a este lugar, a este tiempo".

...el tiempo en mis manos.

lunes, 12 de marzo de 2007

Momo y los ladrones de tiempo.

Momo vivía en su burbuja atemporal, porque el tiempo, como todo el mundo sabe, no existe. Es una simple invención que sólo tiene un lugar mientras existan los relojes. Pero en su burbuja no habia ningun instrumento capaz de medir el tiempo. Asi que el tiempo no existia alli.
La vida en una burbuja es cálida, segura, acolchada…Permanece suficientemente aislada del ruido del mundo como para no escucharlo cuando no se quiere. Su principal ventaja es que todo lo que en ella pasa, real o irreal, tragico o escandalosamente euforico, forma parte de su universo minusculo y maravilloso, donde hasta las malas experiencias son necesariamente bellas.
Pero es hora de despertar, salir de la burbuja.
Momo ansia salir, y comunicarse con el resto de los habitantes de su mundo. Saldra en busca de los ladrones de tiempo, un tiempo que a ella no le importa, porque no existe, y nunca pasará.
Hoy se asoma al mundo, desde esta tierra de las palabras.