jueves, 29 de marzo de 2007

El silencio a bocados


Hace rato que estás y no estás. Y yo me quedo aquí, echándote de menos mientras estoy a tu lado. Me bebo el tiempo que pasa, a sorbos lentos y cortos, y devoro en grandes bocados cada palabra que tú no pronuncias.
El silencio es lo mejor que puede pasar entre dos personas. El silencio cómodo, acordado de un modo tácito. Pero a menudo la ausencia de palabras puede hacer que el otro se desvanezca. Si tu boca se calla, se convierte en un agujero negro que se traga toda tu existencia. Seguramente tú sigues vivo, de carne y hueso, en alguna parte, pero yo sólo puedo recordar vagamente que un día hubo alguien parecido a ti.
A veces sólo callando se puede expresar el grito desesperado de alguien que pide ayuda, que necesita por todos los medios que alguien le salve de sí mismo. A veces uno no encuentra otro modo de expresar su miedo, si no es a través de su ira. Es mezquino y absurdo, pero no por ello menos sublime.
Espero poder callar estando a tu lado, sin que te desvanezcas, sin que tu presencia se rompa en miles de pequeñas partículas, como el cristal cuando estalla. Poder tumbarme a tu lado, mirarte y callar… y condensar en una sola fotografía mental todo tu ser, toda tu existencia, para poder tener la certeza de que estás, aunque no estés.
Y el mundo puede empezar a derrumbarse ahí fuera, los edificios a caerse, el sol a apagarse, y a ti y a mi, nos dará igual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es sábado. y hace frío y también llueve. y ojalá hubieras estado y visto las mismas cosas que yo

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